miércoles, 19 de octubre de 2011


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martes, 11 de octubre de 2011

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lunes, 3 de octubre de 2011

Violencia de Género


Georgina Vera y M.: dos finales para la misma violencia

Por defenderse de él está detenida

M. tiene demasiadas cicatrices. Una en el cuello; se la hizo él con el machete. Otra en la ceja; se la hizo él con un golpe de puño. Llegó a tener un diente flojo; casi aplasta a su bebé otra vez en una de las tantas caídas. Los golpes se repetían una y otra vez, con bestialidad, desde hace cinco años y unas dos o tres veces por semana. Infinidad de veces ella quiso cortar la relación. Infinidad de veces hubo perdón y una falsa esperanza de que todo cambie. Siempre volvía a ser lo mismo.

Pero esta vez fue distinto. Entre los empujones y los golpes, y sus hijitos llorando y temblando presenciando la nueva agresión, ella fue tirada contra la heladera, y sobre el mueblecito de al lado, en medio de las idas y venidas casi volando, vio el cuchillo que alcanzó a tomar con la mano. Y M. se defendió de la golpiza. Solo quería que él pare de golpearla. Dos heridas en la pierna y una en la espalda seguían sin detenerlo.  Ya herido él tomó un cuchillo y se lo puso a ella en el estómago. “¿Querés dejar a tus hijos sin madre?” le preguntó ella. Allí pareció volver la calma. Ella intentó cargarlo a él y caminando fueron saliendo para lograr asistencia médica. Pero él se cayó en el piso, volvió la crisis, él se movía de un lado para otro sin dejar que se lo toque, y así esperaban la ambulancia. Casi media hora demoró el SAME, y él murió antes de ser trasladado al hospital, de una hemorragia por la herida en la pierna.

Hoy M. está en una celda. Todo terminó demasiado mal. Él muerto, ella detenida, sus hijitos pequeños con sus familiares, que ya padecieron demasiado, y el Estado hoy sigue castigándolos. Ella no quiso matar, solo quiso defenderse. Y la herida en la pierna que causó la muerte no es un indicio de la intención de matar, todo lo contrario.
En el escritorio, las copias del expediente por el que M. está detenida está sobre el expediente en el que se investiga el femicidio de Georgina Vera. La misma violencia de género, tragedias similares, y una política estatal que no genera intervenciones que  pongan freno a tiempo en finales hartamente anunciados. M. podría haber terminado como Georgina Vera. Logró defenderse. Pero por defenderse de una situación no querida, con un resultado no querido, está en una celda oscura, en una comisaría blindada a los rayos de sol que parecen no tener rendija por donde colarse.

En las noticias se hablaba de “hecho pasional”. Pero la violencia de género, y defenderse de ella, no tiene nada de pasión. La pasión es algo muy distinto al sometimiento, a la violencia,  al sentirse dueño de una mujer como “un objeto”. Referir “pasión” en situaciones de violencia de género es intentar justificar lo injustificable. Es hablar de otra cosa. Es mirar para el lado equivocado.

La libertad de M. será un grito de las mujeres si la Justicia no la libera en forma inmediata. Las mujeres víctimas no pueden ser castigadas por defenderse de la violencia.
Esto decían las mujeres municipales de Perico en una de sus reuniones semanales para organizar el viaje a Bariloche al Encuentro Nacional de Mujeres. Al reclamo de terminar con la violencia hacia la mujer, sumaban el nombre de su compañera de trabajo,  Segundo, asesinada por su ex pareja hace pocos meses. Y hablaban de reclamar la libertad de la pareja y la hija de quien ejerció tanta violencia, que también terminó muerto como el concubino de M.  Aparentemente en la mismas circunstancias y en la ciudad de Perico, en una casa que está a pocos metros de la sede del SIEOM JUJUY.

Las tragedias de este tipo, sin lugar a dudas, no se tratan de hechos aislados y de excepción. Todo lo contrario. Por eso la violencia de género requiere que la declaración de emergencia. Porque se cobra vidas.


TODAS
al 26 Encuentro Nacional de Mujeres
en Bariloche
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