miércoles, 7 de octubre de 2009

Declaración del PCR

Diez, cien, muchos Terrabusi

1. La Kraft y el abrazo
Kraft Food construyó el mayor monopolio yanqui de la alimentación bajo el ala del Pentágono, la jefatura militar de Estados Unidos, abasteciendo de alimentos a sus tropas allí y en cuanto país invadió ese imperialismo. Warren Buffet, el mayor accionista de la Kraft, es el principal “consejero” económico de Obama (le llaman “el oráculo” del presidente yanqui, y fue el mayor aportista a su campaña presidencial). La Kraft, con esos apoyos, decidió enfrentar la crisis comprando a una de sus rivales en el mundo, la Cadbury inglesa, en 16.700 millones de dólares. Para eso, lanzó un plan de ajuste, uno de cuyos objetivos es eliminar un turno e imponer las 12 horas a los demás trabajadores de Terrabusi.
Los 2.700 obreros de Terrabusi no aceptaron pagar una crisis ajena con desocupación, hambre y superexplotación. Saben que los 160 despidos son el comienzo de una sangría para quebrarlos. En muy difíciles condiciones, llevan 40 días realizando su histórica lucha, que ganó la admiración y la solidaridad del movimiento obrero y el pueblo argentino.
Lo de Kraft es la punta de lanza de esta oleada de despidos, principalmente de los monopolios imperialistas, que tratan de descargar la crisis sobre sus trabajadores, en particular, sobre sus filiales en los países oprimidos como el nuestro. Por eso, Terrabusi en la Argentina es un caso testigo para “legitimar” esta oleada de despidos (220.000 trabajadores en blanco según la UIA, y otros tantos o más, en negro).

2. De “mediador” a represor
El gobierno kirchnerista, inicialmente hizo gestos de instalarse como “mediador”, decretando la conciliación obligatoria. El sindicato participó en la marcha al Ministerio de Trabajo junto a los obreros de la fábrica. La Kraft violó sistemáticamente la conciliación obligatoria, y el gobierno miró para otro lado. El sindicato también se abrió, después de fracasar en su intento de copar la negociación, para desplazar a la Comisión Interna y el cuerpo de delegados.
En esa situación se produjo el viaje de Cristina Kirchner a Estados Unidos. Allí se entrevistó con los jefes de 18 monopolios: ¿qué negoció? No se sabe. Luego, en la reunión del Grupo de los 20 (G20), la presidenta firmó una declaración en la que acepta que la Argentina vuelva a ser monitoreada por el FMI: ¿no dijo Néstor Kirchner que pagaba por adelantado 10.000 millones de dólares al Fondo “para que nunca más el FMI se meta en la economía argentina”? También, el ministro de Economía, que integró la comitiva de CK, avanzó en las negociaciones con el FMI, el Club de París y los bonistas para el pago de las deudas fraudulentas con los bancos de la usura mundial.
Además, en ese viaje CK pronunció un discurso en la Asamblea de las Naciones Unidas, en el que responsabilizó a Irán por el atentado criminal a la AMIA, sobre la base de los informes de la CIA y el Mossad (organismos del espionaje de Estados Unidos e Israel). La condena de CK a Irán –principal argumento de los yanquis contra ese país por “terrorismo”– fue pocos días antes de la reunión de las cinco potencias imperialistas con poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU (EEUU, Rusia, China, Inglaterra y Francia), más Alemania, para discutir sanciones a Irán. Mientras, Lula invitó al gobierno iraní a Brasil.
Todas esas negociaciones, de las que se sabe poco, culminaron con la foto del abrazo de CK y Obama: quien representa a la Argentina ante el mundo, sometió al país a una escena humillante para la dignidad nacional. Esa foto anticipó la esencia de lo que el gobierno kirchnerista negoció con el gobierno y los monopolios yanquis, otras grandes potencias, el FMI y demás usureros.
Por orden de los Kirchner, la Kraft hoy es territorio yanqui.

3. No todo se vende
La Kraft y el gobierno K no pudieron quebrar la voluntad de los trabajadores. No pudieron impedir la impresionante oleada de solidaridad que los rodea. Hay compromisos y acuerdos de CK con los yanquis y sus monopolios, y con otros imperialismos. Todo esto es lo que llevó a que Néstor Kirchner ordenase el brutal desalojo represivo de Terrabusi, le diera “zona liberada” a la Kraft en la planta de Pacheco, y pusiera la policía bajo el mando de la patronal yanqui.
¿Qué es lo que ha colocado a los 2.700 obreros de Terrabusi en el centro de la política nacional? Que enfrentaron los despidos en el momento en que las patronales provocan una oleada, y no se arrodillaron ante la Kraft yanqui: se atrevieron a defender sus derechos y la dignidad nacional frente al gigante imperialista. El desalojo represivo mostró que el gobierno había hocicado ante los yanquis; y Daer y Moyano colaboran con la Kraft tratando de demonizar el conflicto. Pero no pudieron quebrar a los trabajadores. Y sus delegados y su Comisión Interna siguen a la cabeza de la lucha.
No todo se compra ni todo se vende. No todos los dirigentes sindicales se dedican a envenenar trabajadores haciendo negocios con medicamentos truchos. Hay un camino trazado por la lucha de Terrabusi para enfrentar la crisis. Y hay dirigentes clasistas y combativos, y con una conducta de clase, para avanzar por ese camino.
Sin esto, no se puede comprender la impresionante solidaridad y la oleada de luchas de apoyo a los obreros de Terrabusi, desde cientos de fábricas, de sus cuerpos de delegados, comisiones internas, sindicatos; del estudiantado; de la FNC, FAA y autoconvocados agrarios; de artistas, intelectuales, legisladores y personalidades patrióticas y democráticas; y la inmensa simpatía y muestras de solidaridad que le llegan desde el pueblo.
La lucha de Terrabusi desenmascara aún más al gobierno K: “nacionales y populares” abrazados con la Kraft y Obama. Además, la lucha se da en una situación en la que el bloque dominante, los que manejan el país, están fracturados, con una lucha abierta entre dos sectores oligárquico-imperialistas: los que operan con los K, y los que están en disputa abierta con ellos como Clarín. Esa disputa ha sido aprovechada para la lucha obrera, y la lucha obrera va a agudizar aún más esa disputa de los de arriba.

4. Diez, cien, muchos Terrabusi
La brutal represión kirchnerista en Terrabusi y el hocique del gobierno ante la patronal yanqui, cambian la situación política nacional. La gigantesca oleada de solidaridad obrera y popular que siguió sin parar hasta el cierre de esta edición, castigando a la Kraft y al gobierno, es la consecuencia de ese cambio de situación. La falsa polaridad que intentó imponer el kirchnerismo: “con el gobierno o con Clarín”, ha pasado a segundo plano. Hoy las dos trincheras son: una la patronal y el gobierno, y la otra los trabajadores rodeados del apoyo obrero y popular.
La situación adentro de la fábrica es más difícil que antes, con una patronal revanchista y fascista, a la que se subordinan la policía de Kirchner y Scioli y la campaña de demonización de Daer y Moyano. En estas condiciones, sostener y ampliar esa campaña de solidaridad es fundamental, formando comisiones de apoyo a Terrabusi, que reclamen asambleas para decidir medidas de lucha en cada fábrica o repartición, y exijan a los sindicatos y a las centrales obreras un paro nacional activo que unifique las luchas de los trabajadores, junto a la lucha campesina y popular.
Hay que ampliar y profundizar esa campaña. Hay cientos de fábricas en las que está pasando lo mismo que en Terrabusi, y que tienen un camino trazado desde la planta de Pacheco para impedir que las patronales descarguen la crisis con despidos, suspensiones, cierres de plantas, etc. Hay una situación favorable para esas luchas. Y se ha demostrado que hay una línea y una conducta clasista y combativa, que hoy es una fuerza real dentro del movimiento obrero, al que millones de trabajadores están mirando con simpatía.
También, la lucha de Terrabusi es un punto de referencia para el combate estudiantil, agrario y de otros sectores. Amplios sectores populares valoran la importancia de que haya aparecido un contingente obrero como Terrabusi; un faro que siempre ha buscado la unidad multisectorial de las fuerzas obreras y populares, patrióticas y democráticas; y que en esa unidad la clase obrera juegue su rol.
“Digan lo que digan, la Argentina nunca se repuso de las anormalidades de la gran crisis de principios de siglo”, confiesan alarmadas las clases dominantes (La Nación, 27/9). Es así, las brasas del Argentinazo siguen encendidas, brotan nuevas brasas, de esas brasas brota el fuego, y se avanza por el camino del 19 y 20 de diciembre del 2001 y la rebelión agraria; el único camino para torcerle el brazo a esta política, y conquistar un gobierno de unidad popular, patriótico y democrático, que dé vuelta la tortilla y haga pagar la crisis a los que llenaron los bolsillos a costa de los sufrimientos del pueblo.

PARTIDO COMUNISTA REVOLUCIONARIO
2/10/2009

No hay comentarios:

Publicar un comentario

DEJANOS TU COMENTARIO A CONTINUACIÓN: